Burkina Faso: aumento de la violencia yihadista y creciente presión social

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Mapa Burkina Faso
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Burkina Faso: aumento de la violencia yihadista y creciente presión social
28 de noviembre 2021

En los últimos meses, se ha registrado un aumento de la violencia terrorista de carácter yihadista en Burkina Faso. En octubre, se reportaron más del doble de ataques que en el mes anterior; mientras que, en noviembre, las milicias yihadistas —tanto las filiales de Al Qaeda como del autoproclamado Estado Islámico— han perpetrado dos devastadores atentados (los días 14 y 22) en los que más de 70 personas, la mayoría de ellas miembros de las fuerzas armadas y de seguridad burkinesas, fueron asesinadas. Además, la tendencia también refleja la expansión del terrorismo hacia el sur, hacia los países del Golfo de Guinea, con ataques terroristas en la frontera del país con Costa de Marfil, e incluso en territorio marfileño.

El incremento de los atentados terroristas, junto con el deterioro generalizado de los niveles de seguridad en el conjunto del territorio nacional, han provocado reacciones políticas y sociales que reflejan el hartazgo de la población burkinesa ante el flagrante deterioro del país. A nivel político, el pasado 9 de noviembre, los partidos de la oposición concedieron al presidente el plazo de un mes para encontrar una solución a la muy precaria seguridad en el país. Trascurrido ese plazo, y si la situación no mejora, anunciaron que pedirán su destitución, al tiempo que llamarían a la movilización social en todas las ciudades de Burkina Faso. Al tiempo, el líder de la Oposición Política (CFOP), Eddie Komboïgo, pedía a la comunidad internacional —y, especialmente, a las organizaciones africanas— «involucrarse fuertemente en la búsqueda de soluciones urgentes y efectivas con los pueblos para frenar la inseguridad galopante que corre el riesgo de apoderarse de toda la subregión».

Desde entonces, se repiten e incrementan las manifestaciones en las calles para exigir a las autoridades nacionales medidas y respuestas más contundentes para frenar la violencia, y también reclaman la dimisión del presidente Kaboré. En los últimos días, estas movilizaciones populares se dirigieron contra un convoy militar francés que transportaba logística militar desde Abiyán (Costa de Marfil) hasta Gao (Mali) pasando por Níger. La columna militar estuvo bloqueada en Kaya —una localidad a unos 100 km al norte de la capital— por cientos de personas, aunque finalmente siguió su trayecto con una escolta policial burkinesa hacia la frontera nigerina. Durante este tiempo, el gobierno ha pedido calma a la población, al tiempo que reconoce la relación de amistad y cooperación entre los dos países, y especialmente su trascendencia en el ámbito militar. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Francia ha referido que en África, y más particularmente en el Sahel, existe una «guerra de la información» y una «instrumentalización de una parte de la prensa para ir en contra de Francia, algunos inspirados por redes europeas, como podría ser Rusia», que busca deteriorar la imagen de Francia, pero que, en realidad, las relaciones entre ambos países es de total cooperación.

Manifestación 27 de noviembre

En este contexto de creciente descontento social, la denominada Coalición 27 de Noviembre convocó a la población para una nueva movilización, el 27 de noviembre, en las calles de la capital Uagadugú, aunque otros grupos de la sociedad civil se distanciaron de las protestas para «no ser cómplices de aquellos que quieren empujar al país al caos». Por parte del gobierno, y con el pretexto de salvaguardar la seguridad de la población, se desplegaron todas las medidas para evitar una manifestación masiva a nivel nacional; entre otras, la suspensión del servicio de conexión móvil a internet en todo el país o la consigna dada a las fuerzas del orden, por parte del alcalde de Uagadugú, para que, por razones de seguridad, impidieran cualquier manifestación que no tuviese autorización previa. Por su parte, y para intentar rebajar la presión social,  el presidente Kabore refirió —en un discurso televisado a la nación el día 25— prometió emprender una profunda reforma de las fuerzas de seguridad para incrementar su eficacia ante la amenaza yihadista: «debemos poner fin a la disfunción inaceptable que está minando la moral de nuestras tropas de combate y obstaculizando su capacidad para luchar contra los grupos terroristas armados».

Finalmente, el 27 de noviembre, cientos de personas—una entidad muy inferior a la movilización prevista— se reunieron en las calles capitalinas para mostrar su rechazo a la gestión gubernamental de la crisis de seguridad que asola al país. La protesta social se convirtió rápidamente en un enfrentamiento abierto entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes: la policía disparó gases lacrimógenos contra los manifestantes, mientras que algunos jóvenes prendieron fuego a neumáticos e intentaron incendiar el edificio del ayuntamiento de Uagadugú, que había declarado ilegal esta marcha popular.

Reacción internacional

Frente a la crítica situación que enfrenta Burkina Faso, la delegación de la UE en el país ha reiterado el apoyo europeo a las autoridades en la lucha contra el terrorismo, así como el compromiso para ayudar a estabilizar el país. Además, alentaron a hacer todos los esfuerzos necesarios para alcanzar un consenso pacífico en la lucha contra la violencia yihadista, y para recuperar una vida social y política más calmada.

Por su parte, los representantes de las misiones y de las delegaciones regionales de la ONU en la región —reunidos en Dakar (Senegal) el pasado día 15— reconocen los esfuerzos de los gobiernos nacionales para erradicarlo; pero subrayan y lamentan que el terrorismo yihadista se siga expandiendo por Burkina Faso, Mali y Níger, lo que está provocando un creciente número de víctimas mortales y un aumento sin precedentes del número de desplazados internos.

Respecto a la grave situación que atraviesa Burkina Faso, Naciones Unidas reitera su apoyo a las medidas gubernamentales para abordar los parámetros profundos que subyacen en el terrorismo yihadista, así como el proceso de reconciliación nacional y cohesión social, y, por último, la necesidad de afrontar una profunda reforma del sector de seguridad. Y frente a las reclamaciones sociales, su representante especial para África Occidental declaró entender «la exasperación de los jóvenes burkineses. Sin embargo, un salto es posible, la lucha contra el terrorismo es una lucha que se puede ganar, pero a medio y largo plazo. Pero para ello, las poblaciones necesitan ser solidarias con sus autoridades, sus fuerzas de defensa y seguridad, para no hacerle el juego al enemigo yihadista» .
 

 
 
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