Día Internacional contra los Ensayos Nucleares

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29 de agosto 2020 - Día Internacional contra los Ensayos Nucleares

En el año 2009, Naciones Unidas (ONU)  proclamó el 29 de agosto como el Día Internacional contra los Ensayos Nucleares  por su Resolución 64/35, con el objetivo de incrementar el apoyo social al Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE) y sensibilizar de los peligros que entrañan estos ensayos armamentísticos para la población mundial.

Sin duda, hoy somos conscientes de la gran trascendencia que tienen los daños relacionados con los ensayos de armas nucleares. Aunque los provocados en el ser humano son difíciles de cuantificar, podemos considerar claro indicativo de esta realidad, la respuesta del Congreso estadounidense a las denuncias de personas afectadas. Para ello, en octubre de 1990, Estados Unidos creó un estatutoThe Radiation Exposure Compensation Act (Ley de Compensación por Exposición a la Radiación)— con objeto de resarcir económicamente a quienes desarrollaron enfermedades graves por presunta exposición a radiación liberada en su pruebas nucleares atmosféricas realizadas durante la Guerra Fría.

Por otro lado, también de importancia son los daños medioambientales derivados de los ensayos nucleares. Así, los mamíferos —especialmente, aunque son otros muchos los animales que sufren sus efectos— tienen una extrema sensibilidad a la radiación que afecta a órganos y tejidos, provoca quemaduras y síndrome de irradiación aguda, de distinta intensidad según las dosis absorbidas, así como intoxicación por radiación y mutaciones genéticas. Por su parte, los vegetales presentan una amplia gama de sensibilidad a la radiación, y además del efecto directo de una explosión, padecen, según su morfología y anatomía, los efectos de las radiaciones.

Si cabe,  aún de mayor importancia que los efectos individualizados sobre los seres vivos, son los efectos sobre los hábitats de áreas de gran extensión, incluso los ensayos subterráneos, que provocan sismos de efectos difíciles de cuantificar.

Pese a todo ello, desde que los ensayos nucleares comenzaron en 1945, se han llevado a cabo aproximadamente unos 2000. Ante esta alarmante realidad, la ONU pide que aumente la concienciación y la educación «sobre los efectos de las explosiones de pruebas de armas nucleares o cualquier otra explosión nuclear y la necesidad de su cese como uno de los medios para lograr un mundo libre de armas nucleares».

El TPCE comenzó a negociarse en la Conferencia de Desarme de enero de 1994, y el proyecto final se presentó ante la Asamblea General en septiembre de 1996, que lo adoptó a través de su resolución A/RES/50/245. En su artículo XIV, este Tratado establece que entrará en vigor una vez ratificado por 44 estados enumerados en su Anexo 2. A pesar de los esfuerzos de Naciones Unidas, esta ratificación internacional no se ha producido, a falta de 9 países para alcanzar esa cifra. En la lista de los países que todavía no lo han ratificado, se encuentran —entre otros muchos— Estados Unidos, China, Pakistán o Israel.

En la actualidad, el desarrollo de la arquitectura del Régimen Internacional de No Proliferación de Armas de Destrucción Masiva atraviesa una etapa muy delicada: entre otros asuntos, las negociaciones para un nuevo tratado EEUU-Rusia (START) apenas avanzan; o también que Estados Unidos sea retirado de acuerdos y tratados tan importantes como el de “Cielos abiertos” o el JPCoA — Plan de Acción Integral Conjunto, establecido en 2015 y que se centra en el desarrollo nuclear de Irán—.  Este cúmulo de circunstancias se unen a la actitud de países como Corea del Norte, que hace caso omiso a las advertencias internacionales al respecto, o al escaso interés de países nuclearizados de facto, que no de iure según el Tratado de no Proliferación/TNP.

Sin embargo, aunque el TPCE no ha entrado en vigor, sus mecanismos de verificación se encuentran muy desarrollados. En este ámbito, existe un Sistema Internacional de Vigilancia (.IV) formado por una red de estaciones, entre las que destaca —por su importante cometido— la española de Sonseca en Toledo.

España carece de armas de destrucción masiva, es un firme apoyo a los tratados y acuerdos del Régimen de No Proliferación, y participa activamente en cuantos foros promueven el multilateralismo en este ámbito. En cuanto a la actividad nuclear española, está sometida a la verificación internacional de EURATOM, entidad en la que la Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) —organización conexa a Naciones Unidas  que procura acelerar y aumentar la contribución de la energía atómica a la paz, la salud y la prosperidad en el mundo entero— delega su tarea de supervisión dentro de la Unión Europea. Además, España ratificó el TPCE en 1998, siendo uno de los primeros países en unirse al compromiso internacional para la erradicación de los ensayos nucleares.

Para España, la proliferación de armas de destrucción masiva es una amenaza para la Seguridad Nacional. Así, la Estrategia de Seguridad Nacional 2017 declara que «la proliferación de las armas de destrucción masiva y sus vectores de lanzamiento suponen una grave amenaza para la paz y seguridad internacional, y afectan directamente a la Seguridad Nacional». El Consejo de Seguridad Nacional adoptó en 2017 un Acuerdo (Orden PRA/29/2018), por el que se crea y regula el Comité Especializado de no proliferación de armas de destrucción masiva, al que corresponde, como órgano de apoyo al Consejo de Seguridad Nacional, ejercer las funciones que este le asigne en el ámbito de la no proliferación de armas de destrucción masiva y en el marco del Sistema de Seguridad Nacional

 
 
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