España con Líbano: Solidaridad frente al desastre humano provocado por la explosión en el Puerto de Beirut

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11 de agosto 2020
España con Líbano: Solidaridad frente al desastre humano provocado por la explosión en el Puerto de Beirut

La explosión de unos almacenes en el puerto de Beirut el pasado 4 de agosto —provocada por, al menos, 2.750 toneladas de nitrato de amonio— ha dejado un balance provisional de 158 muertos —algunas fuentes señalan que ya podrían superar los 200—, más de 6.000 heridos, 21 desaparecidos y 300.000 desplazados, según Naciones Unidas; y ha dejado la capital del Líbano con importantes daños y, como  consecuencia más grave, una población que se enfrenta a una crisis alimentaria y social. Ante esta desgracia a la que se enfrenta el país de los Cedros, la comunidad internacional intenta consensuar la mayor cooperación y solidaridad posibles, a las que España se ha unido de forma determinante.

En el día de hoy, un avión A400M del Ejército del Aire ha hecho entrega de ayuda de emergencia: un envío solidario coordinado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), a través de su Oficina de Ayuda Humanitaria (OAH), de 10 toneladas de harina de trigo entregadas por la Fundación Internacional Olof Palme, destinadas a paliar el desabastecimiento en Beirut de este alimento básico.

-Ministerio de Defensa-

 

La explosión provocó la destrucción del puerto, infraestructura vital para un país que importa el 85% de sus productos alimenticios, donde se ubicaban los principales almacenes de grano. Por ello, esta aportación de España será vital para garantizar el suministro de pan a la población de Beirut en las próximas semanas.

-Ministerio de Defensa-
 

Además, la AECID está preparando el envío de suministros médicos, medicinas y Equipos de Protección Individual (EPI) para su uso en clínicas móviles y centros de salud. Como consecuencia de la explosión, tres hospitales en la capital han quedado inoperantes y otros dos muy dañados, lo que agrava aún más la situación sanitaria, ya dramática por efecto de la pandemia del coronavirus. También se enviarán equipos de cobijo para la población que ha perdido su hogar por la explosión. Por último, y en respuesta al llamamiento de la Federación Internacional de la Cruz Roja, la AECID aportará 50.000 euros en apoyo al plan de respuesta de la Cruz Roja Libanesa para reforzar los servicios de hospitalización, la prestación de primeros auxilios y las transfusiones de sangre, atendiendo así las necesidades básicas de las comunidades más afectadas; y también ha activado el convenio de emergencia con la Cruz Roja Española por un total de 100.000 euros para apoyar este plan de respuesta.  Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación


-AECID-

 

Por otro lado, el presidente del Gobierno, participó el pasado domingo en la conferencia internacional de apoyo a Líbano —convocada por Francia y Naciones Unidas—, donde pidió unidad y una acción internacional coordinada para apoyar al país; al tiempo que subrayó el compromiso de España con la población libanesa, en una situación de extrema fragilidad tras la explosión. Además, en esta reunión que convocó a 26 países, las principales instituciones financieras internacionales, así como la Unión Europea;  el presidente recordó que España es el segundo contribuyente de tropas a la misión de mantenimiento de paz y de estabilidad de la ONU al sur del Líbano —610 efectivos, el mayor despliegue español en el exterior desde 2006—, y se ofreció a prestar ayuda humanitaria a la población de Beirut a través de UNIFIL, para lo que se necesitaría la autorización de Naciones Unidas: «Líbano —remarcó el jefe del Ejecutivo— necesitará mucho apoyo para abordar los daños causados y debemos trabajar juntos para brindarlo de la manera más eficaz y coordinada», y España prestará «la debida atención a posibles llamadas internacionales futuras». Presidencia del Gobierno
 
Crisis política y social en Líbano

Al drama humano provocado por la explosión, se une ahora una crisis social y política que va a determinar el incierto futuro de Líbano. En el día de ayer, el gobierno de Líbano —constituido en enero tras meses de convulsión política y desacuerdo entre los distintos partidos cristianos y musulmanes para consensuar el Ejecutivo— presentó su dimisión en bloque. El primer ministro Hasan Diab lo ha justificado por la corrupción omnipresente en el país. En la calle, las manifestaciones sociales —que no han cesado desde el pasado mes de octubre, tras la celebración de las últimas elecciones legislativas— denunciaban la hiperinflación, el colapso de la economía y la alta tasa de desempleo, agravada por el número de refugiados sirios —casi 900.000— que acoge el país. En los últimos meses, se han unido las críticas por la gestión de la pandemia. Tras la explosión en el puerto de Beirut, las protestas se tornaron mucho más violentas, y este ha sido el detonante final de la dimisión del gobierno, que agrava aún más la crisis de legitimidad institucional que sufre el Líbano desde hace décadas.

Desde su constitución como Estado, Líbano tiene un sistema de gobierno creado sobre la base de la estructura social de un país con múltiples identidades. Durante el proceso de independencia, las diferentes sectas religiosas del país acordaron el llamado ‘pacto nacional’ —aún en vigor—, que determina que el presidente debe ser cristiano maronita, el presidente del Parlamento, un musulmán chií, y el primer ministro, un musulmán suní. Además, los escaños del Parlamento se reparten de forma igualitaria entre cristianos y musulmanes. Este sistema ha provocado sucesivas y profundas crisis políticas y de gobernabilidad en el país que, como subrayó el ministro de Asuntos Exteriores en su dimisión, se enfrenta a la posibilidad cierta de convertirse en un estado fallido: una situación que agravaría aún más la situación interna y también la precaria estabilidad regional.
 

 
 
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