Este y Cuerno de África: consecuencias de la plaga de langosta del desierto

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Situación humanitaria en el Este y Cuerno de África: consecuencias de la plaga de langosta del desierto

24 de febrero 2020
Antecedentes

La actual plaga de langostas, la peor de los últimos 25 años en Somalia y Etiopía y de los últimos 70 en Kenia, se da en un contexto especialmente crítico para la región, marcado por una temporada de lluvias (octubre – diciembre) en la que se produjeron precipitaciones entre un 120% y un 400% superiores a los valores medios de esta época del año. Dichas precipitaciones produjeron cuantiosas inundaciones, destrucción de cultivos y daños a explotaciones ganaderas, así como desplazamiento de comunidades. Según los datos de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, en torno a 3,5 millones de personas se vieron afectadas por estos eventos[1].

Estos episodios de inundaciones se enmarcan, además, en una sucesión de fenómenos climáticos adversos en la región en los últimos años. A la sequía de 2016/2017, se le unieron las inundaciones de marzo a mayo de 2018 y la sequía de 2018/2019, que dejó aproximadamente 20 millones de personas en riesgo debido al deterioro de la situación de seguridad alimentaria. En diciembre de 2019 se estimaba que entre 18 y 22 millones de personas se encontraban en la Fase 3 (Crisis. Inseguridad alimentaria severa) según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF)[2].  

En este sentido, el índice de precipitaciones y vegetación inusualmente alto de los últimos meses, creó las condiciones idóneas para la aparición, reproducción y expansión en masa de una plaga de langosta del desierto.

Situación

La actual plaga de langosta comenzó a expandirse por el Cuerno de África a finales del mes de junio de 2019, cuando las crías propias de la estación primaveral llegaron al norte de Somalia y noreste de Etiopía desde zonas en torno al Mar Rojo. Las condiciones climáticas, especialmente favorables a su expansión y crianza, están dificultando las labores de control y fumigación. Además, la presencia de enjambres en zonas donde actualmente se registran conflictos armados, hacen prácticamente imposible la utilización de medios de control de la plaga y fumigación, actuando de factor impulsor de la propagación.

Los principales daños se concentran, por el momento, en las zonas agro-pastorales del este de Etiopía, donde al menos 25.000 hectáreas (ha) se encuentran afectadas, Somalia central (15.000 ha) y norte de Kenia (70.000 ha). Somalia ya ha declarado la emergencia nacional ante el temor de que esta plaga empeore las condiciones ya críticas del país. Además, en Uganda, Sudán, Sudán del Sur y Tanzania ya se han documentado enjambres. Se estima que en torno a 485.000 hectáreas de cultivos se han visto afectadas por el momento.


 

Este tipo de especie, considerada como una de las plagas migratorias más destructivas, puede provocar la destrucción de entre el 80 y el 100% de los cultivos presentes en las zonas donde se presenta. Según los expertos, un enjambre de 1 kilómetro cuadrado (compuesta por entre 40 y 80 millones de langostas) puede consumir, de manera diaria, el equivalente de comida de 35.000 personas.

Los organismos internacionales están alertando sobre la posible incidencia de esta plaga sobre la disponibilidad de alimentos y volatilidad de los precios, especialmente tomando en cuenta la situación ya de por sí precaria de la mayor parte de los países afectados. Basado en los análisis y proyecciones del CIF[3], actualmente hay más de 10 millones de personas en Etiopía, Kenia y Somalia en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria severa (Fase 3 del CIF), que se localizan en zonas perjudicadas por esta plaga. Además, una posible propagación a Uganda y Sudán del Sur puede hacer ascender la población en riesgo a 13 millones. El principal riesgo proviene de la posibilidad de propagación a Sudán del Sur, país con unas condiciones ya de por sí precarias, debido a las consecuencias del conflicto armado en desarrollo, así como al alto impacto de las últimas inundaciones, y sobre el que la FAO ha alertado de la situación de inseguridad alimentaria de casi la mitad de su población[4]. Las últimas proyecciones del CIF para este país estiman que muchas de las zonas más afectadas por los recientes eventos corren el riesgo de sufrir hambruna (Fase 5 de 5) en caso de deteriorarse las condiciones actuales[5].

Aunque, según las primeras estimaciones, los efectos de la plaga no son por el momento a gran escala, sino que se concentra principalmente en la biomasa de pastizales con un impacto relativamente menor en la producción de cultivos regionales, existe una alta preocupación por la reproducción y propagación en los próximos meses. Esto implicaría consecuencias negativas para las condiciones de cultivo de la temporada que comienza en marzo-abril, fundamentalmente en zonas donde no es posible la fumigación aérea por la incidencia de conflictos violentos. De los países afectados hasta ahora (Etiopía, Somalia, Kenia, Sudán del Sur, Uganda) 3 están sufriendo un conflicto armado o episodios violentos (Etiopía, Sudán del Sur y Somalia).

Se requiere, por tanto, una estrecha monitorización de la situación, ya que esta podría empeorar drásticamente en caso de extenderse a grandes áreas clave productoras de cultivos. Además, la afectación a zonas donde priman los cultivos de subsistencia, especialmente en áreas áridas o semi-áridas, es otro de los riesgos a tener en cuenta, ya que el impacto sobre estas comunidades puede resultar muy negativo, dados los niveles de inseguridad alimentaria con los que ya cuentan.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está trabajando con los gobiernos y otras instituciones para llevar a cabo trabajos de fumigación aéreos y terrestres. En este sentido, ha instado a la comunidad internacional a una intensificación de la respuesta para mitigar las consecuencias de la misma, alertando de la posibilidad de que esta plaga se convierta en una plaga de carácter regional.

Previsiones respecto a la plaga

El comienzo de la temporada de cría y reproducción es probable que incremente el número de langostas en los 3 países más afectados. A esto debe añadírsele las estimaciones de la mayor parte de modelos de predicción y proyección meteorológica, que prevén unos niveles de precipitación por encima de los valores medios durante lo que queda del mes de febrero, pero también durante la temporada de lluvias de marzo-mayo. Este factor incrementa la posibilidad de propagación a otros países de la zona como Tanzania, norte de Zambia, norte de Mozambique, Eritrea o Yibuti.

Con estas estimaciones de base, los expertos alertan que la actual presencia de langosta se puede multiplicar por 500 hasta el mes de junio, cuando comienza la temporada seca.

A largo plazo está previsto que este tipo de plagas sean cada vez más recurrentes y con mayor intensidad de lo normal debido a las consecuencias del cambio climático en la zona.

Consideraciones

Las crisis climáticas recientes, y los eventos vinculados a las mismas, la inseguridad presente en muchas de las zonas, el impacto de los conflictos violentos y las malas condiciones macroeconómicas son los principales factores impulsores de la inseguridad alimentaria generalizada que experimenta la región. La misma puede verse deteriorada a niveles de crisis y emergencia debido a la presencia de la actual plaga de langosta del desierto que, sin los medios adecuados de control, se propaga rápidamente. La incidencia de dicha plaga es especialmente crítica para las comunidades con cultivos de subsistencia, que cuentan ya de por sí con unos niveles de inseguridad alimentaria muy altos.

Es prioritario que los gobiernos e instituciones internacionales intensifiquen los medios de fumigación y control de la plaga, especialmente antes de la temporada de lluvias que comienza en marzo y el fin de la temporada de reproducción, cuando los niveles de insectos de esta especie pueden multiplicarse hasta por 500, según los expertos. En caso de llegar a este umbral, tal y como ha alertado la FAO, dicha plaga se puede convertir en una crisis de dimensiones regionales, especialmente en aquellos países como Sudán del Sur, donde la situación ya se encuentra muy deteriorada.
 

 
[3] IPC Acute Food Insecurity and Acute Malnutrition Analysis. Jan-July 2020. South Sudan. http://www.ipcinfo.org/fileadmin/user_upload/ipcinfo/docs/IPC_SouthSudan_AFI_AMN_2020Jan2020July.pdf 
[5] Integrated Food Security Phase Classification. Evidence and Standards for Better Food Security and Nutrition Decisions. http://www.ipcinfo.org/fileadmin/user_upload/ipcinfo/manual/IPC_Technical_Manual_3_Final.pdf
 
 
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