Naciones Unidas: Misiones Mantenimiento de la Paz y la contribución de España

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24 de septiembre 2020
Naciones Unidas: Operaciones Mantenimiento de la Paz y la contribución de España

Hace 75 años, tras concluir la II Guerra Mundial, el nuevo modelo de seguridad internacional llevó a crear la Organización de Naciones Unidas (ONU), dotada de competencias efectivas para el mantenimiento de la paz y la seguridad.

Con la proclamación de la Carta de las Naciones Unidas ONU, el 26 de junio de 1945 en San Francisco, se consagró —entre otros muchos aspectos— la prohibición del uso de la fuerza en las relaciones internacionales, siempre que no fuera en legítima defensa, y asignaba el papel de salvaguarda de la paz al Consejo de Seguridad, que intervendría en nombre de los Estados miembros, y así «preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles».

En este contexto surgen las Operaciones de Mantenimiento de Paz (OMP) que, durante su primera década, finales de los 40 y años 50, se componían de observadores desarmados o de militares armados de interposición. La primera misión que desplegó:  el Organismo de la ONU para la Vigilancia de la Tregua (UNTSO) entre Israel y sus vecinos árabes en 1948, junto con la Fuerza de Emergencia de las Naciones Unidas (FENU I) para responder a la crisis del Canal de Suez en 1956, se atenían a un mandato de vigilancia del alto el fuego, requerían consentimiento de las partes, practicaban una estricta imparcialidad y sus miembros sólo podían usar la fuerza en legítima defensa.

Sin embargo, la situación cambia a partir de los 60, con la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (UNOC-Congo), que se convirtió en la primera intervención de Naciones Unidas en un conflicto interno; donde no se mantuvo la imparcialidad, ya que se trataba de cooperar con las autoridades congoleñas en la protección de los civiles y la restauración de la paz; y también, por primera vez, tenía autorización para uso de la fuerza en los casos determinados por el mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Con 20.000 efectivos, marcó un antes y un después en el desarrollo de las OMP. En las dos décadas siguientes sólo se lanzaron cuatro misiones, tres de ellas —en Chipre, Golán y Líbano— aún están sobre el terreno cumpliendo sus cometidos.

A partir del final de la Guerra Fría, se produce una expansión de las OMP tanto en número —de las 71 desplegadas misiones desplegadas, 56 lo fueron a partir de 1988—como en sus distintos cometidos: verificación, desarme, desmovilización y reintegración de combatientes, desminado, evacuación, reconstrucción, distribución de ayuda humanitaria o protección de la población civil.

Hoy la ONU gestiona 13 OMP, con unos 100.000 efectivos (85.000 militares y 15.000 civiles) de 121 países y un coste anual de 6.500 millones de dólares. Desde el inicio del despliegue de estas misiones, 3.989 de sus miembros han muerto en aras de la paz y la seguridad internacional.

 

Actualmente, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha emprendido un proceso de reforma mediante una aproximación integrada al ciclo del conflicto en áreas como cooperación, fortalecimiento institucional, desarme, desmovilización y reintegración social de combatientes o justicia transicional.

Esta visión se ha sintetizado en la declaración de compromisos políticos Action for Peacekeeping (A4P) —suscrita por 153 países; entre ellos, España— y en la reestructuración de su Secretaría, con la transformación del Departamento de Asuntos Políticos (DPA) en el Departamento de Asuntos Políticos y Consolidación de la paz (DPPA), que se convertirá en el centro de las actuaciones de la ONU en el post-conflicto.

España en las Operaciones de Paz de la ONU

España inicia su participación al comienzo de la fase expansiva (1988), con el despliegue de 7 observadores militares en la Misión de la ONU en Angola (UNAVEM) el 3 de enero de 1989. Tan solo un mes antes, en diciembre de 1988, los «Cascos Azules» habían sido galardonados con el Premio Nobel de la Paz. Desde entonces, más de 35 000 españoles (civiles y militares) han desplegado en 28 misiones, de los cuales 39 han caído en acto de servicio.

En la actualidad, y por su contribución de efectivos, España ocupa el tercer puesto a nivel europeo (tras Italia y Francia), el puesto 34 de los 121 países que contribuyen a las operaciones de mantenimiento de la paz a nivel mundial ; y el decimotercero como contribuyente financiero, con una aportación del 2,14% del presupuesto total de Naciones Unidas (143M€). De los más de 600 españoles desplegados hoy en distintas misiones, más de un 7% son mujeres, cifra ligeramente superior a la media de la ONU.

Más en concreto, España está presente en la Fuerza Interina de Naciones Unidas para el Líbano (UNIFIL), en la Misión de Verificación de la ONU en Colombia y en Misión Unidimensional Integrada de la ONU para la Estabilización en la República Centroafricana (MINUSCA).

Además de su contribución a estas misiones, España acoge la Base de Quart de Poblet (Valencia), centro neurálgico de las comunicaciones de la Organización con sus misiones, y la base de las Palmas de Gran Canaria, zona de repliegue de emergencia de la Misión en el Sáhara Occidental (MINURSO).

Por otro lado, nuestro país también es pionero en la aplicación de la Agenda “Mujeres, Paz y Seguridad” (Res. 1325/2000) para introducir y reforzar la perspectiva de género en las Misiones de Paz y fue, en 2007, uno de los diez primeros países en aprobar un Plan Nacional, que se renovó en 2017 (II Plan Nacional). Además, España también ha lanzado, junto a Finlandia, el denominado Commitment 2025, que está destinado a garantizar la plena y efectiva participación de la mujer en los procesos de paz.

Con todo, y cuando se han cumplido más de 30 años de nuestro primer despliegue en una misión de Naciones Unidas, los españoles han consolidado un gran prestigio como valedores de la paz y la seguridad internacionales; y están considerados, al igual que ocurre en el seno de la Unión Europea y la OTAN, un referente de profesionalidad, eficacia e integridad.

   
    
 
 
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