Día Internacional para la eliminación total de las Armas Nucleares

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Día Internacional para la eliminación total de las Armas Nucleares
26 de septiembre 2022

En diciembre de 2013, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares en su resolución 68/32. En ella, se reafirma en «que las medidas eficaces de desarme nuclear tienen la más alta prioridad»; subraya «la importancia y pertinencia que sigue teniendo el mecanismo multilateral de desarme»; y exhorta «a los Estados Miembros, el sistema de las Naciones Unidas y la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales, las instituciones académicas, los parlamentarios, los medios de difusión y los particulares, a celebrar y promover el Día Internacional por medio de todo tipo de actividades educativas y de concienciación».

Desde su fundación en 1945 por iniciativa de 50 países, la Organización de Naciones Unidas pretende e impulsa, como uno de sus principales objetivos, el desarme nuclear en el mundo. De hecho, la primera resolución aprobada por la Asamblea General, el 24 de enero de 1946, fue la creación de una Comisión que se encargase de estudiar los problemas surgidos con motivo del descubrimiento de la energía atómica.

En nuestros días, 193 estados soberanos forman parte de la Asamblea General de la ONU; y las funciones de la ONU abarcan múltiples campos, que podrían resumirse en: mantener la paz y la seguridad internacionales, proteger los derechos humanos, distribuir ayuda humanitaria, apoyar el desarrollo sostenible y la acción climática y defender el derecho internacional.

Posiblemente, el objetivo de mantener la paz y la seguridad internacionales continúa siendo el más trascendente. Dentro  la Organización, y desde su instauración en 1998, la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos de Desarme (UNODA, por sus siglas en inglés) es la responsable de  apoyar los esfuerzos multilaterales destinados a lograr el objetivo final del desarme general y completo bajo un control internacional estricto y eficaz; y, en este ámbito, es especialmente activa en materia de armas nucleares.

Si bien es cierto que el objetivo de alcanzar un mundo sin armas nucleares ha estado siempre —de una u otra forma— entre los retos más importantes de la Organización, además de ser parte de su agenda oficial durante más de medio siglo; también lo es que en todos estos años nunca ha estado realmente cerca de conseguir el desarme nuclear, aunque también es indudable que ha registrado destacados avances en este ámbito.

Con el fin de la segunda guerra mundial y durante el periodo de “guerra fría”, el contexto geopolítico y la situación geoestratégica hicieron que los esfuerzos de la comunidad internacional, impulsados por Naciones Unidas, dieran lugar —tras la llamada “crisis de los misiles en Cuba” (1962)— al inicio de negociaciones sobre un tratado de control de las armas nucleares, pero que no pretendía su eliminación inmediata. En 1965, la Resolución de las Naciones Unidas (Resolución Ómnibus DC/225) ya concedía especial atención a la adopción de un tratado o convención para prevenir la «proliferación de armamentos nucleares», como vía para reducir el riesgo nuclear y consensuar un desarme escalonado que no colisionase con los intereses de las potencias que ya habían ensayado armas nucleares (los denominados “estados nucleares”). A partir de la mencionada resolución y tras años de trabajo en la ONU, en 1968 se abrió a la firma el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), que entró en vigor el 5 de marzo de 1970. El TNP estableció dos regímenes obligaciones diferentes: uno para estados nucleares, y otro para los no nucleares.

Por este Tratado, los estados nucleares se comprometían a no traspasar armas nucleares a ningún Estado no poseedor de las mismas (artículo I); mientras que para los estados no nucleares se establecía la prohibición de fabricación, adquisición y/o almacenamiento de armas nucleares (artículo II). Además, se les imponía un sistema de verificación de sus actividades civiles nucleares por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica/OIEA (artículo III). Con respecto al desarme, el TNP recogía una cláusula genérica que establecía el compromiso de cada parte en el Tratado a «celebrar negociaciones de buena fe sobre medidas eficaces relativas a la cesación de la carrera de armamentos nucleares» y sobre un tratado de desarme general (artículo VI).

Desde su entrada en vigor, el Tratado ha sido un instrumento eficaz para minimizar la proliferación nuclear, pero los avances en desarme han sido menores. En la actualidad, según el informe de 2021 del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), existen 13 080 ojivas nucleares, 3 825 desplegadas y 9 255 almacenadas o en espera de ser desmanteladas. En total, nueve países disponen de ellas: los cinco estados nucleares (Estado Unidos., Rusia, China, Francia y Reino Unido), más Israel, Corea del Norte, Pakistán e India.

En este contexto, y con el objetivo de avanzar de forma definitiva en el desarme nuclear, algunos países, en el marco de la ONU, han promovido el Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares. Este Tratado, tras la firma de adhesión de 50 países, ha entrado en vigor en enero de 2021, aunque ninguno de los estados firmantes es nuclear ni pertenece a la OTAN.

La actual situación, provocada por el ataque ruso a Ucrania, dificulta aún más los deseados avances en la desnuclearización. Buena prueba de ello ha sido la finalización de la X Conferencia de Revisión del TNP en agosto de este 2022 que, aunque registró algunos avances y el firme compromiso —por parte de Naciones Unidas— de seguir dialogando «para reducir la amenaza nuclear a través de este tratado», concluyó sin un documento final acordado.

España se adhirió al TNP en 1987, al que ha mostrado su firme apoyo como como piedra angular del régimen internacional de no proliferación y desarme nuclear. Además, como parte de la Iniciativa de Estocolmo sobre el Desarme Nuclear, España apoya la propuesta de medidas graduales para avanzar en la senda del desarme recogidas en el documento Stepping Stones.

Para la Seguridad Nacional, la proliferación nuclear siempre ha sido considerada una amenaza para la paz y la seguridad mundial y, por ende, para España. En este sentido, la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) 2021 la considera entre los “retos globales comunes”, así como uno de los principales riesgos o amenazas a nuestro país. Por ello, en su línea de acción número 27, la ESN 2021 señala que España se compromete a «Contribuir a la intensificación del apoyo al régimen internacional de no proliferación de armas de destrucción masiva y desarme, a través de la actualización de el régimen internacional de control, exportación y verificación».
 
 
 
 

 
 
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