Repercusión de la crisis COVID19 en el Medio Ambiente

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21 de mayo 2020

Aunque aún no se ha podido confirmar el origen preciso de la COVID-19, todos los estudios apuntan a que se trata de una zoonosis, por tanto, de origen animal, transmitida al ser humano. Más del 60% (el 75% durante la última década) de las enfermedades humanas tienen origen animal y la mayor parte de las epidemias de más importancia de la historia reciente proceden del contacto humano-animal.

Relación entre cambio climático y la COVID-19

No existe ningún estudio que, hasta el momento, relacione directamente el proceso de cambio climático con la aparición o expansión de esta pandemia. Sin embargo, las medidas tomadas para evitar la expansión de la pandemia, han tenido como efecto la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y contaminantes, aunque no ha sido suficiente para que disminuya su concentración de forma global en la atmósfera.

De manera indirecta, si hay elementos de conexión entre ambas emergencias. El deterioro de hábitats naturales provocado por el calentamiento global afecta a la distribución de especies y altera sus condiciones de vida, con repercusión en la actividad animal y humana en amplias zonas del mundo, lo que puede provocar situaciones de contacto entre personas y animales poco frecuentes en tiempos pasados.

Por otro lado, el cambio climático pudiera favorecer la expansión del virus, o de sus vectores, debido a su posible preferencia por ambientes húmedos y cálidos,  que facilitarían la aparición de determinadas especies en nuevas áreas, donde pueden llevar enfermedades antes desconocidas o desaparecidas.

Las mediciones realizadas durante el período de freno de la economía, a causa de la lucha contra el COVID-19, demuestran que la reducción de los niveles de contaminación ha sido muy importante. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), en las ciudades españolas, las concentraciones de los principales contaminantes son, a día de hoy, muy inferiores a las existentes en las mismas fechas de 2019. En el momento oportuno, la AEMA tiene previsto evaluar las interrelaciones de los datos y compartir los resultados de estos análisis en el momento oportuno.

El efecto de las medidas contra la expansión del COVID-19 no se ha dejado notar en la situación de la capa de ozono, antes al contrario, ha alcanzado un nivel sin precedentes en gran parte del Ártico a causa de la presencia continuada de sustancias que agotan la capa de ozono en la atmósfera y un invierno muy frío en la estratosfera.

Estado de la normativa y planificación medioambiental en España

La crisis generada por el COVID-19 ha provocado la alteración de algunos de los calendarios normativos de importancia. En estos momentos la máxima urgencia es la lucha contra la pandemia. A pesar de ello, la trascendencia de la emergencia climática, continúa siendo una prioridad. Así, el Consejo de Ministros remitió el pasado día 19 de mayo, el Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética a las Cortes Generales.

Impacto de la pandemia sobre los compromisos globales sobre cambio climático

La emergencia creada por el COVID-19 ha impuesto la cancelación o el retraso de numerosas citas internacionales previstas para impulsar el cumplimiento de las agendas medioambientales globales. Entre ellos, y el más importante, ha sido el aplazamiento de la Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático, COP26, prevista para noviembre en Glasgow, y que se celebrará en 2021.

Por otro lado, la salida de la situación creada por el COVID-19 pondrá sobre el tablero las posiciones de los actores más importantes en lo que se refiere a comportamiento frente a las emisiones de GEI:

  • La UE seguirá siendo el actor fundamental para arrastrar al resto hacia una recuperación lo más “verde” posible. Por ello, mantiene que la salida es el Pacto Verde Europeo y la Ley Europea del Clima, propuesta recientemente, que exigen una reducción gradual e irreversible de las emisiones, y garantizan una transición justa que apoye a todas las partes afectadas. A pesar de ello, cabe pensar en la posibilidad de que algunos Estados miembros pretendan apoyar parte de su recuperación en los bajos precios de los combustibles fósiles o hidrocarburos.
  • Respecto a EEUU, cabe ahora destacar que las decisiones tomadas no hacen pensar en posturas que favorezcan la reducción de emisiones de GEI, al menos en los próximos meses. Por el contrario, la Administración estadounidense anunció una amplia relajación de las normas ambientales en respuesta a la pandemia del coronavirus, permitiendo a las centrales eléctricas, fábricas y otras instalaciones determinar por sí mismas si son capaces de cumplir con los requisitos legales sobre la notificación de la contaminación del aire y el agua. 
  • China, en principio, más implicada en la reducción de emisiones, ha seguido una ruta similar a la de EEUU, así, el director de la oficina Ecológica y Ambiental del Ministerio de Ecología y Medio Ambiente (MEE) afirmó que "La supervisión ambiental debe ajustarse de acuerdo con las necesidades prácticas y la situación económica social". 
 
 
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