29 de enero 2021
Unión Europea - Diplomacia Climática y Energética
Pasos para apuntalar la Seguridad
El pasado día 25 de enero, el Consejo de la Unión Europea (UE) adoptó un documento de 21 puntos denominado “Conclusiones del Consejo sobre la diplomacia climática y energética: cumplimiento de dimensión exterior del Pacto Verde Europeo”.
Entre los principales problemas que enfrenta la comunidad internacional, la UE y, especialmente, España para afrontar las amenazas múltiples del cambio climático, está la deslocalización de los efectos perversos del calentamiento global respecto a los lugares donde se producen las emisiones que los provocan o, cuanto menos, las agravan. De esa forma, se hace evidente que la lucha nacional contra las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) tiene escasa efectividad sin la necesaria colaboración internacional para conseguir acercarse a un calentamiento global inferior a los 2ºC sobre la época preindustrial, tal como exigen los acuerdos de París o, buscando un aumento de la ambición, inferior a 1,5ºC como aconseja el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)., que recoge la importante diferencia entre el impacto de un calentamiento global de 2ºC y el que supondría que fuera de 1,5ºC.
Por ello, el Pacto Verde Europeo refiere, como línea principal de acción, la necesidad de «colaborar con socios internacionales para mejorar las normas medioambientales mundiales».
El documento del Consejo subraya la inseparable relación entre los efectos del cambio climático y las prioridades de seguridad. Así, «reitera la importancia que tienen las cuestiones medioambientales y el cambio climático para la seguridad y la defensa, y acoge con satisfacción la Hoja de ruta sobre cambio climático y defensa: acciones de la UE que abordan los vínculos entre el cambio climático y la defensa, también en el contexto de la Política Común de Seguridad y Defensa».
Sin embargo, no se limita a una visión clásica de la seguridad que, con la misma filosofía mantenida por la Estrategia de Seguridad Nacional española, trasciende con mucho los conceptos clásicos de seguridad ciudadana o defensa nacional. De este modo, en su punto 4, el documento señala que «el Consejo reconoce que el cambio climático y la degradación ambiental, incluida la biodiversidad y la pérdida de bosques, son una amenaza para la estabilidad y la seguridad internacionales, que refuerzan los riesgos de desastres y las presiones sobre los ecosistemas, plantean desafíos a la seguridad alimentaria y del agua, provocan conflictos locales y regionales y agravan el riesgo del desplazamiento de personas, lo que constituye un importante impulsor de las necesidades humanitarias y amenaza los derechos humanos».
Desde hace años, España es consciente de los riesgos que afronta al ser uno de los países europeos potencialmente más afectados por los cambios climáticos, que ya se detectan con claridad en aspectos vinculados directamente a la seguridad de los españoles, especialmente en el marco de lo que podríamos denominar “seguridad ambiental”. Entre otros muchos están los periodos e intensidad de las sequías, la frecuencia de fenómenos meteorológicos adversos de carácter tormentoso, las inundaciones y los incendios forestales. Además, y en paralelo a la lucha por la reducción de emisiones (mitigación), trabaja siguiendo las líneas del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático con el objetivo de reducir al máximo los efectos inevitables.
Durante los últimos años, Europa y España han reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Sin embargo, su presencia en la atmósfera continúa en grave aumento, según los últimos informes de la Organización Meteorológica Mundial. En este contexto, el Consejo de la Unión Europea se propone impulsar su acción exterior, liderar las acciones y fomentar los cambios en el ámbito internacional. Más aún ahora que el regreso de EEUU a los acuerdos y las políticas medioambientales más destacadas permite vislumbrar un retorno a un multilateralismo reforzado e incluyente que beneficie y permita alcanzar los principales objetivos de desarrollo sostenible.
De hecho, según las Conclusiones del Consejo, la UE está dando ejemplo y muestras de liderazgo. Guiada por la ciencia, ha intensificado sus compromisos internos, adoptando el objetivo de neutralidad climática para 2050 y mejorando su objetivo de reducción de emisiones de GEI a corto plazo, un compromiso que ha plasmado al fijar la «Contribución Determinada Nacional» (NDC, esfuerzo de cada país para reducir las emisiones) en un 55%, al menos, como objetivo para 2030.