19 de junio 2020
ESPAÑA, potencia mundial en Energía Eólica
España, por su situación geográfica, se encuentra en una posición privilegiada para aprovechar algunos de los factores climáticos que permiten un desarrollo sostenible, y para sustentar buena parte del cumplimiento de sus compromisos medioambientales internacionales; aunque también su localización la hace vulnerable a los efectos dañinos de las condiciones meteorológicas.
Con carácter general, uno de los recursos naturales más importantes de cualquier comarca es el clima, que depende en gran medida de las masas de aire que llegan a la misma (circulación atmosférica) y de la orografía del lugar. En España, las condiciones de los vientos dibujan un mapa ecológico y ambiental que condiciona las capacidades de distintas áreas e influye directamente en múltiples riesgos o amenazas como la desertificación, las lluvias torrenciales o los incendios forestales, todos ellos de extrema importancia para el bienestar de los ciudadanos y, por tanto, para la seguridad nacional.
Desde el punto de vista de la seguridad nacional, el viento es uno de los agentes de mayor trascendencia en las catástrofes o emergencias (inundaciones, sequías, incendios forestales, olas de calor o frio, fenómenos costeros); pero también en la preservación del medio o la lucha contra la erosión. Así, por ejemplo, los vientos cálidos y secos del Sureste influyen directamente en los procesos de desertificación y en la gravedad de incendios en levante. Pero la orografía española es también muy variable, y provoca modificaciones de vientos como las galernas, el cierzo, la tramontana, ábrego, mestral o levante, entre otros muchos.
La acción combinada de vientos, temperaturas y precipitaciones, condicionadas por el cambio climático, son un factor de riesgo que España afronta planificando las medidas necesarias para la adaptación de nuestra sociedad y nuestro medio, desarrolladas en el reciente segundo Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático. En el ámbito de la Seguridad Nacional, es trascendental que las medidas de adaptación se desarrollen en paralelo a la mitigación, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Y es en este campo donde la utilización de los vientos resulta un factor fundamental para incrementar la capacidad de producción de energías limpias y, con ello, reducir las emisiones procedentes de otros tipos de generación, más o menos contaminantes.
La energía eólica es una fuente inagotable y autóctona. En 2019, las instalaciones españolas dieron suministro equivalente al consumo de más de 14 millones de hogares, (más del 20% de España). Con ello, ya se sitúa como la segunda tecnología del sistema eléctrico peninsular, con una generación de más de 54 mil GWh. De esta enorme capacidad y desarrollo nacional en este sector da buena muestra que España es la quinta potencia eólica mundial, tan solo tras China, EE.UU., Alemania e India.
Los planes de España pasan por conseguir un crecimiento suficiente del aprovechamiento del viento que, unido al de las energías solares, fotovoltaicas o térmicas, puedan alcanzar —al menos— un 32% del consumo de energía. Además, la energía eólica es un campo donde España ha conseguido un excelente posicionamiento internacional, pues exporta tecnología por calor de más de 2 mil millones de euros al año. Por todo ello, España se ha convertido en el tercer exportador de aerogeneradores del mundo e, igual de importante, en el sexto país del mundo por patentes eólicas, lo que da una idea del potencial del sector para posicionar los intereses de España en el mundo.
Y en aras de seguir avanzando en este ámbito, la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética permitirá dar una importante base normativa para facilitar el desarrollo y aprovechamiento de la energía eólica en nuestro país. Una normativa que debe ser el marco estable para activar nuevas oportunidades económicas y alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050. Sin embargo, la ambición es aún mayor, pues los objetivos intermedios recogidos en el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) son más exigentes que los del paquete de energía y clima de la UE 2021-2030: algo que estimulará, aún más si cabe, el desarrollo de la energía eólica en España.