Inestabilidad en el Sahel: iniciativas regionales e internacionales para hacerle frente

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Inestabilidad en el Sahel: iniciativas regionales e internacionales para hacerle frente
29 diciembre de 2022

La rápida y constante proliferación del terrorismo en el Sahel Occidental, así como su expansión hacia los países del Golfo de Guinea, preocupa por sus implicaciones para la seguridad y la estabilidad regional a largo plazo, y también su repercusión —en distintos ámbitos— en Europa. A pesar de los esfuerzos nacionales, regionales e internacionales, la situación se deteriora aún más. Los grupos yihadistas JNIM (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, afín a Al Qaeda) y el Estado Islámico en el Sahel continúan sus avances territoriales, recrudecen sus enfrentamientos —especialmente en Mali, Níger y Burkina Faso— y mantienen su pugna armada por el control de nuevos espacios.

A este contexto, se suma la inestabilidad política que atraviesan varios países del Sahel, que están inmersos en transiciones políticas tras cambios forzados de gobierno contrarios a su orden constitucional, como ha ocurrido en Mali, Burkina Faso o Chad.

Además, este persistente deterioro de la seguridad impacta negativamente en el ámbito humanitario. Así, la continua violencia y los conflictos intercomunitarios —que provocan grandes desplazamientos de población—, se une con las recurrentes emergencias climáticas, la escasez de recursos, los altos precios de los alimentos, las consecuencias económicas de la COVID y, por último, el impacto del conflicto en Ucrania, que agrava aún más la inseguridad alimentaria. Un escenario de enorme inestabilidad que, desde el Sahel, se expande hacia los países costeros del Golfo de Guinea.

En este sentido, y según las agencias de la ONU, en 2023 se alcanzará un nuevo récord histórico: más de 48 millones de personas se verán afectadas por la inseguridad alimentaria en África Occidental y Central, con una situación especialmente preocupante en la región de la triple frontera Liptako-Gourma entre Burkina-Faso, Mali y Níger, marcada por la violencia y el desgobierno.

El G5 Sahel: la respuesta regional

Ante esta situación, son varias las organizaciones regionales que tratan de encontrar soluciones sostenibles para el Sahel Occidental combinando seguridad y desarrollo. En el ámbito político, destaca la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO); mientras que el G5 Sahel se centra en erradicar la violencia e incrementar el desarrollo. El G5 Sahel nace en febrero de 2014 con el objetivo de ofrecer un enfoque integral para garantizar las condiciones de paz, desarrollo, seguridad y gobernanza en Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger. En 2017, y en el marco de esta organización, se fundó la Fuerza Conjunta del G5 Sahel (FC-G5S) para responder a la expansión de los grupos armados que amenazan gravemente la seguridad regional.

Sin embargo, el pasado mes de mayo, el G5 Sahel sufrió un importante varapalo: la retirada de Mali tanto del G5 Sahel como de la FC-G5S. Para la UE y la ONU, que siguen apoyando esta iniciativa, la salida de Mali ha sumido al G5 y a su Fuerza Conjunta en una crisis institucional; hasta el punto que el presidente de Níger llegó a considerar que el «G5 Sahel había muerto».

A pesar de este contratiempo, y desde que se consumó la retirada de Mali, las autoridades de los otros cuatro países se han comprometido a revitalizar la FC-G5S, con especial atención a los cambios en la situación humanitaria y de seguridad en la región. Además, continúan las iniciativas diplomáticas con intención de reforzar la cohesión interna del G5 Sahel, al tiempo que pretende establecer una nueva estrategia de lucha contra el yihadismo y reconfigurar su Fuerza Conjunta.  

No obstante, la FC-G5S sigue realizando operaciones militares (limitadas), mientras que el G5 Sahel celebra reuniones y talleres con el apoyo de socios internacionales.  Sin embargo, como reconoce el secretario ejecutivo del G5, «la situación de seguridad actual es mucho más preocupante que en 2017, cuando se creó la Fuerza Conjunta». Hasta entonces, Burkina Faso era un dique de contención frente al terrorismo, que ahora se ha roto y ha provocado la expansión yihadista hacia el Golfo de Guinea.

Nuevas iniciativas regionales

Por otro lado, han resurgido nuevas iniciativas regionales de lucha contra el terrorismo en las últimas semanas. Durante la Conferencia Internacional sobre la Iniciativa de Accra (21-22 noviembre), se abordaron los desafíos de seguridad que enfrenta la región. En esta reunión, el representante de Naciones Unidas destacó la necesidad de «cooperación y colaboración continuas entre los estados miembros» para combatir el extremismo violento, el terrorismo y el crimen organizado transnacional. Además, subrayó la «necesidad de garantizar una respuesta consistente que combine el enfoque militar con intervenciones a largo plazo destinadas a abordar los déficits de gobernabilidad observados en las comunidades afectadas». La Cumbre terminó con el acuerdo de los jefes de Estado y de Gobierno para la puesta en funcionamiento de una Fuerza Multinacional Conjunta de la Iniciativa de Accra (MNJTF/AI).

Por su parte, la CEDEAO, durante la 62 cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno (4 de diciembre), acordó la propuesta de crear una fuerza conjunta regional que intervendrá tanto para combatir el terrorismo como para restablecer el orden constitucional en los países miembros.

Apoyo internacional

En este contexto, la ONU subraya la necesidad de apoyar al G5 Sahel, y defiende «una respuesta multidimensional coordinada entre los países vecinos» con apoyo regional e internacional, así como la trascendencia de la FC-G5S como principal freno al deterioro de la seguridad en el Sahel.

Respecto a la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de la ONU en Mali (MINUSMA), la retirada de Alemania, Reino Unido o Costa de Marfil tendrá un impacto importante en las capacidades operativas de la misión. Asimismo, la ONU considera, en su último informe, que las divergencias políticas entre los Estados del G5 Sahel dificultan el apoyo de la MINUSMA a la FC-G5S.

En cuanto a la Unión Europea, continúan suspendidas las actividades de entrenamiento de EUTM Mali, al tiempo que prosigue la reducción del número de efectivos que conforman la misión, de la que España es el mayor contribuyente. Además, en diciembre,  el Consejo de la UE acordó establecer una misión de asociación militar con Níger —solicitada por las autoridades de Níger— durante 3 años para mejorar la capacidad de las fuerzas armadas del país y apoyarlas en su lucha contra el terrorismo, aunque todavía no se ha aprobado su lanzamiento definitivo.

Por último, Francia —que ha puesto fin oficial a la Operación Barkhane en Mali— está ahora redefiniendo su dispositivo militar y despliegue en el Sahel Occidental, donde mantiene unos 3.000 efectivos en Mauritania, Níger, Burkina Faso y Chad. En el contexto actual, el gobierno francés apuesta por la reducción de su contingente militar, una mayor integración con las fuerzas regionales e intervenciones delimitadas en el tiempo.

 
 
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