Mali: Contexto político, amenaza yihadista y despliegue internacional
21 de octubre 2021
Mientras el gobierno interino de Mali sigue inmerso en un periodo de transición que debe finalizar en febrero de 2022 con unas elecciones legislativas y presidenciales, la inestabilidad —política y social— y la inseguridad —especialmente por la amenaza yihadista— están marcando el devenir de este país saheliano. En la hoja de ruta hacia la reconstrucción nacional y el regreso del régimen, que se inició tras el golpe de estado de agosto de 2020; figura la realización de un referéndum constitucional este mes octubre, elecciones municipales, regionales y provinciales en diciembre y, en febrero de 2022, elecciones legislativas y presidenciales. Sin embargo, y como subraya la comunidad internacional —en especial, Naciones Unidas y Francia—, crece la preocupación sobre la posibilidad de un retraso en la celebración de elecciones presidenciales y legislativas y, con ello, la finalización de la transición hacia el restablecimiento del gobierno civil electo en los plazos establecidos.
En este contexto, el 26 de septiembre, el primer ministro del gobierno transición, Choguel Kokalla Maïga —que ascendió al poder tras el segundo golpe de estado del pasado mes de mayo—, planteó un posible aplazamiento las elecciones por semanas o incluso meses, al que se opone de forma rotunda el bloque regional de África Occidental (CEDEAO); además de anunciar un programa de reuniones para llegar a un acuerdo nacional al respecto. Estas reuniones comenzarán a nivel local del 25 al 31 de octubre, antes de extenderse a las regiones, al distrito de Bamako y a la diáspora del 1 al 7 de noviembre, según un documento del Ministerio de Refundación de Mali. Finalmente, se celebrará un foro nacional en Bamako (15 al 21 de noviembre), donde se pretende consensuar el calendario electoral y el restablecimiento del orden constitucional: un proceso de reconstrucción política trascendental para superar la crisis política, social y económica del país, además de enfrentar las persistentes amenazas a la seguridad que sufre la población maliense.
Por otro lado, aumenta la preocupación internacional por el posible acuerdo del gobierno maliense y el grupo ruso de seguridad privada Wagner para adiestrar al ejército nacional. Aunque ambas partes han reconocido estas conversaciones, ninguna de ellas ha confirmado, por el momento, la consumación del acuerdo. A este respecto, Francia, Alemania y Estados Unidos, además de la Unión Europea, —entre otros aliados de Mali— han advertido a las autoridades malienses del peligro que entraña cualquier acuerdo para emplear paramilitares rusos en la lucha contra el terrorismo. Este posible acuerdo también ha sido rechazado en clave interna por distintos partidos de la oposición y por la Coordinadora de Movimientos Azawad, que aúna a los grupos rebeldes tuaregs y árabes que protagonizaron la revuelta de 2012.
Amenazas a la seguridad
Además de la inestabilidad política, la actualidad maliense está determinada por el aumento de la violencia, tanto yihadista como intercomunitaria, y la inseguridad generalizada en el centro y norte del país, provocada también por el crimen organizado. A pesar del enorme esfuerzo internacional —en el ámbito de la seguridad, la gobernanza y el desarrollo—, los grupos yihadistas mantienen su capacidad de atentar y sembrar el terror entre la población. Así, han incrementado la frecuencia de sus ataques —según el Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo (OIET), en septiembre han cometido 32 atentados, la mayor cifra mensual registrada hasta la fecha—; y también ha crecido su expansión territorial y el número de grupos yihadistas, tanto entre los seguidores de Al Qaeda —principalmente, la coalición yihadista Jama‘a Nusrat ul-Islam wa al-Muslimin (JNIM)— como de Daesh, en especial el Estado Islámico en el Gran Sahara (EIGS). Así mismo, al tiempo que se enfrentan de forma directa, ambas facciones sacan rédito de los conflictos intercomunitarios para reforzar sus posiciones, obtener recursos y ampliar su campo de acción.
Misiones regionales e internacionales desplegadas en Mali
FC -G5 Sahel
La Fuerza Conjunta del G5 Sahel (FC-G5S) se creó en 2017 para responder a la expansión de los grupos extremistas armados y violentos, así como al deterioro generalizado de la seguridad en la región. Los jefes de Estado de los países del G5 Sahel (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger) pusieron en marcha esta iniciativa para mejorar la protección de sus poblaciones y garantizar un entorno favorable para el desarrollo socioeconómico de la región, a través de la unión de los esfuerzos nacionales para luchar contra las amenazas comunes a la seguridad.
Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de ONU en Mali (MINUSMA)
Naciones Unidas estableció MINUSMA en abril de 2013, con el mandato prioritario de proteger a la población civil, además de colaborar con las autoridades de Mali en la estabilización del país y, desde 2015, apoyar la aplicación del Acuerdo de Paz de Argel, firmado por los grupos rebeldes tuaregs y árabes y el gobierno nacional. Con más de 15.000 efectivos militares —entre ellos, guardias civiles españoles—, la MINUSMA, a pesar de sus carencias operativas y de material, es esencial para proteger a la población maliense, especialmente en el norte y el centro del país. Desde el inicio su despliegue, el personal civil y militar de Naciones Unidas ha sufrido numerosos ataques yihadistas, el último de ellos el pasado 2 de octubre en la región de Kidal, que provocó la muerte de un casco azul de MINUSMA y varios heridos.
Operación Barkhane. Francia
En enero de 2013, y tras la petición del gobierno de Mali, Francia desplegó la operación Serval que frenó la ofensiva yihadista sobre Bamako. En agosto de 2014, Serval fue relevado por la Operación Barkhane que, desde entonces y con más de 5000 militares, coopera con los países del G5 Sahel en la lucha contra el terrorismo en la región. En junio de 2021, y tras constatar que Barkhane no se adapta con precisión a la realidad en el terreno, el presidente Macron anunció la transformación del dispositivo militar en el Sahel con miras a reforzar la cooperación y el paternariado con los países del G5 Sahel. Esta nueva estructura militar francesa estará volcada en erradicar el yihadismo y en incrementar la implicación de los ejércitos nacionales en esta misión; y la transformación de Barkhane, que ya ha comenzado, estará finalizada a lo largo de 2022.
EUTM Mali
EUTM Mali —parte del enfoque integrado de seguridad y desarrollo de la UE en el Sahel— es una misión de adiestramiento, no ejecutiva —no combate— excepto las medidas necesarias para la protección de la fuerza. El Cuartel General de la Misión se localiza en la capital Bamako; mientras que el grueso del contingente se encuentra en Kolikouro (a 60 km de Bamako), donde se desarrollan las labores de instrucción. En julio, tras relevar a España, Alemania asumió el mando de EUTM Mali. España se mantiene como el primer contribuyente a EUTM Mali, y además aporta capacidades tan importantes como el Grupo Táctico de Protección de la Fuerza, casi en su totalidad, y el despliegue en Bamako de una unidad de transporte aéreo (tres helicópteros NH-90), que es fundamental para el transporte seguro y rápido de material y personal.
EUCAP Sahel Mali
EUCAP Sahel Mali, que complementa a EUTM Mali, desplegó en 2015 y está integrada por militares de 15 Estados miembros —entre ellos, España— y Suiza, para asistir a las fuerzas de seguridad interna a través de la formación, el asesoramiento estratégico y el equipamiento, para implementar la Reforma del Sector de Seguridad liderada por el gobierno nacional.